Alergias


La alergia se define como una respuesta anormal del sistema inmunitario que se produce en personas susceptibles como consecuencia del contacto con determinadas sustancias, conocidas como alérgenos, que para la mayoría de la población son inocuas. A raíz de esta reacción alérgica se producen unas manifestaciones clínicas características. En la mayoría de los casos, las personas que padecen alergia suelen ser sensibles a más de una sustancia.

Por otro lado, la atopia es la condición que tienen determinadas personas con predisposición familiar a presentar alguna reacción alérgica con una frecuencia mucho más elevada de lo normal, es un estado de hipersensibilidad anómala.

El mecanismo que se desencadena como resultado de una reacción alérgica es muy complejo ya que intervienen múltiples células y moléculas del organismo. En el primer contacto de las mucosas de la persona susceptible con el alérgeno, el cuerpo inicia una serie de procesos con el fin de fabricar anticuerpos específicos contra esa sustancia. Posteriormente, cuando tiene lugar un nuevo contacto con el alérgeno, los anticuerpos lo reconocen y provocan la liberación de sustancias como la histamina y las prostaglandinas, que actúan sobre los bronquios, la nariz, los ojos y la piel, y dan lugar a los característicos síntomas de alergia.

A la hora de sufrir alergia es muy importante el historial familiar, ya que, si uno de los padres tiene una enfermedad alérgica, los hijos tienen un 48% más de probabilidades de sufrir alergia, y si ambos padres la tienen, este riesgo aumenta hasta un 70%.

Los alérgenos son los encargados de activar la reacción de hipersensibilidad. En cada agente causante de alergia se pueden identificar más de un alérgeno, que son proteínas que desencadenan todos estos procesos. En función de la vía de exposición, estas sustancias se pueden dividir en alérgenos inhalados, por contacto y por ingestión o inoculación:

  • Inhalados

Dan lugar a reacciones alérgicas en los bronquios (asma), en la nariz (rinitis, poliposis y sinusitis), y en los ojos (conjuntivitis). Se pueden clasificar en alérgenos de interior (ácaros del polvo, pelos, escamas…) y de exterior (polen u hongos). Los ácaros, por ejemplo, se alimentan de las células muertas que se desprenden de nuestra piel sin que nos demos cuenta, y se encuentran en ambientes húmedos y cálidos y en sitios donde se acumula polvo, siendo los colchones los sitios más propicios para el desarrollo de los ácaros. Las especies más frecuentes causantes de alergias son Dermatophagoides farinae y Dermatophagoides pteronyssinus. Entre los pólenes más frecuentes que hay en nuestro país son los de las gramíneas, los de parietaria y los de los árboles en la zona mediterránea, y los del olivo en el centro y el sur.

Las enfermedades causadas por este tipo de alérgenos son el asma, los pólipos nasales, la rinitis, la conjuntivitis, la sinusitis y la otitis alérgicas.

  • Por contacto

Estas reacciones alérgicas se pueden producir de manera inmediata por el contacto de la piel con determinadas sustancias como el látex, muy frecuentemente, y con ciertos alimentos como algunas frutas, mariscos o pescados, así como los pelos que se desprenden de algunos animales.

Por otro lado, también puede aparecer la dermatitis de contacto que no es inmediata. En este caso los agentes más habituales causantes de la reacción son algunos metales (níquel, cobalto, analgésicos), medicamentos (corticoides, antibióticos, analgésicos) y químicos de exposición laboral (tintes, gomas, conservantes, fragancias, etc.).

Las enfermedades causadas por los alérgenos por contacto son la urticaria, la dermatitis atópica, la dermatitis de contacto alérgica y la anafilaxia.

  • Por ingestión o inoculación

Este tipo de reacción alérgica suele dar lugar a síntomas como urticaria, asma, rinoconjuntivitis o anafilaxia. Entre los alérgenos alimentarios se encuentran alimentos y aditivos (huevo, leche, pescados y mariscos, frutas y frutos secos). Otros ejemplos de alérgenos por ingestión que no son alimentos son parásitos como el Anisakis y algunos medicamentos. De los inoculados destacan ciertos medicamentos y el veneno de insectos como las avispas o las abejas.

Con el fin de prevenir las reacciones alérgicas es aconsejable tener un entorno ambiental controlado y libre de posibles desencadenantes de la alergia, además de evitar en la medida de lo posible el agente causal. Cuando se hacen comidas o cenas en restaurantes siempre es aconsejable echar un vistazo a la lista de alérgenos donde aparezcan todos los alérgenos alimentarios y, en caso de no encontrarla en la carta, solicitarla al camarero. Algunas recomendaciones para evitar los alérgenos más frecuentes son:

  • Ácaros: limpiar frecuentemente el suelo de casa sin barrer, con fregona o aspiradora. Evitar textiles del hogar que tiendan a acumular estos agentes como alfombras, moquetas o peluches. Utilizar colchón de látex o de espuma y aspirarlo frecuentemente. Lavar los tejidos domésticos susceptibles de captar polvo. Aplicar productos acaricidas cada 2-3 meses. utilizar deshumidificadores y purificadores de aire cuando se esté en lugares cerrados.
  • Hongos: evitar los ambientes húmedos. Ventilar frecuentemente y utilizar deshumidificadores y purificadores de aire.
  • Polen: evitar sobre todo en la época primaveral las zonas de monte y campo. Utilizar filtros para el polen en el aire acondicionado. Evitar estar mucho rato en ambientes exteriores en días muy soleados y con viento. Consultar fuentes de información verificadas sobre la concentración de polen en cada momento.
  • Animales domésticos: mantener el pelo del animal lo más corto posible y lavarlo de manera periódica con productos especiales. En caso extremo de alergia lo más recomendable es apartar el animal del domicilio habitual de la persona alérgica.

Para tratar la alergia se puede seguir un tratamiento para mejorar los síntomas o bien un tratamiento más específico para acabar con la causa que origina la reacción alérgica. Dentro de los tratamientos de los síntomas de alergia se incluyen todos los medicamentos que no curan el problema de base que causa la alergia, pero contrarrestan los mecanismos que provocan los síntomas, por ejemplo, los antihistamínicos, los broncodilatadores y los corticoides. En cuanto al tratamiento de la causa de la alergia, se trata de la inmunoterapia, la administración de una serie de vacunas en dosis crecientes que se preparan de manera personalizada con extractos alergénicos que permiten formar anticuerpos. Esta terapia no está indicada para todas las personas con alergia, sino que debe ser valorada por un médico especialista. Está especialmente destinada para los casos de alergias por inhalación, picaduras de insectos y algunas enfermedades profesionales. Algunos de los efectos secundarios más habituales en las personas que están con tratamiento de inmunoterapia son las reacciones locales, el asma o el shock anafiláctico en los peores casos.

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