Articular, muscular, tendinoso


El dolor muscular o mialgia es una causa muy habitual de consulta en la oficina de farmacia. Es una afección que puede involucrar a uno o más músculos del cuerpo, aunque en la mayoría de los casos estos procesos no son malignos y suelen resolverse por sí solos en pocos días. También pueden verse afectadas otras estructuras del cuerpo como los ligamentos o los tendones que se encuentren próximos a los músculos afectados.

Los dolores de origen muscular son la principal causa de dolor crónico en nuestro país. Normalmente este tipo de dolores aparecen en personas menores de 50 años que por su trabajo, o bien por la actividad deportiva que realizan de manera repetida, sufren de dolores y contracturas. Las lesiones musculares son sobre todo muy habituales en deportistas de élite como futbolistas, jugadores de baloncesto, etc.

Existen 3 tipos de mialgias que se clasifican en función de su relación con el ejercicio físico:

  • Dolor muscular durante el ejercicio o justo después: normalmente afecta a un músculo en concreto y empieza durante la actividad física o inmediatamente después.
  • Dolor muscular después del ejercicio: comienza aproximadamente a las 24-48h después de haber finalizado el ejercicio. A este dolor se le llama también “agujetas”. Normalmente está causado por pequeños traumatismos e inflamación. Suelen afectar a personas que están desentrenadas.
  • Dolor muscular en reposo: este dolor se produce cuando no se está realizando ninguna actividad física. A no ser que esté acompañado de debilidad muscular, no está asociado a ninguna enfermedad muscular.

Las causas más comunes de dolor muscular son las siguientes:

  • Lesiones o traumatismos
  • Sobrecargas
  • Tensión o estrés
  • Causas no musculares:
  1. Problemas metabólicos o endocrinos: hipotiroidismo, hipoparatiroidismo, uremia, insuficiencia hepática o suprarrenal, déficit de magnesio, selenio o tiamina, osteomalacia o hemodiálisis.
  2. Infecciones sistémicas o focalizadas: hay ciertas bacterias como Staphylococcus aureus que causan infecciones que van acompañadas de abscesos en el músculo afectado. Por otro lado, algunos parásitos son causantes de la triquinosis y la toxoplasmosis, infecciones que afectan al tejido muscular.
  3. Enfermedades reumatológicas: fibromialgia, lupus, síndrome de Sjogren, artritis reumatoide, etc.
  4. Tóxicos: algunos medicamentos y sustancias de abuso como las estatinas, los fibratos, los retinoides, el alcohol o la cocaína pueden originar dolores musculares.
  • Enfermedades musculares:
  1. Miopatías metabólicas: son alteraciones genéticas que afectan a los procesos en los que el músculo esquelético genera energía. En estos casos las células musculares no pueden trabajar correctamente.
  2. Miopatías inflamatorias: son un grupo de patologías autoinmunitarias que afectan a los músculos. Ejemplos de éstas son la polimiositis y la dermatomiositis.

Para realizar el diagnóstico del dolor muscular es importante saber qué tipo de dolor es, dónde se localiza, si aparece de repente como es el caso de los calambres, si hay moratón por un golpe, si ese dolor persiste o se pasa al poco rato, cuándo se siente ese dolor, etc. Además de estas preguntas, se tiene que descartar la presencia de lesiones graves que necesiten ser derivadas. El médico explorará la zona afectada con palpación y, si es necesario, solicitará la realización de pruebas complementarias (ecografías o resonancias magnéticas) para definir un diagnóstico. Las lesiones musculares más habituales son los golpes, las roturas de fibras musculares, los calambres y las contracturas musculares.

En casos de dolores musculares que no están relacionados con las causas más habituales que hemos mencionado, existen pruebas diagnósticas que pueden ser de gran utilidad: bioquímica sanguínea, prueba de ejercicio en isquemia, electromiografía, resonancia magnética muscular, biopsia muscular y pruebas genéticas.

Algunos ejemplos de las principales enfermedades que van acompañadas de dolor muscular agudo son las lesiones, las contracturas musculares, las distensiones, y las roturas o desgarros de fibras musculares. Por otro lado, entre las causas de dolor muscular crónico se encuentran la fibrosis muscular, los nódulos fibrosos cicatriciales, la miositis osificante y la fibromialgia, una enfermedad crónica de la que se desconoce la causa. Se caracteriza principalmente por dolor de los músculos y los huesos, acompañado de fatiga, insomnio, rigidez articular, dolor de cabeza, entre otros.

Des de la farmacia recomendamos que los pacientes acudan directamente al médico en caso de que cumplan uno de los siguientes criterios:

  • El dolor dura mucho tiempo, es de intensidad considerable o no tiene una causa específica.
  • En caso de que haya signos de infección, como inflamación o enrojecimiento alrededor del músculo afectado.
  • La circulación sanguínea de la zona afectada empeora con el tiempo.
  • El dolor se ha causado por el inicio o el cambio de alguna medicación.
  • El dolor va acompañado de debilidad muscular o dificultad para mover alguna extremidad o parte del cuerpo.
  • El dolor está asociado a vómitos, cuello rígido o fiebre elevada.

Existen muchas medidas higiénico-dietéticas que son de gran utilidad a la hora de prevenir la aparición de dolores musculares:

  • Muchas lesiones que cursan con dolor muscular son debidas al uso de móviles y ordenadores. Es por eso por lo que se recomienda reducir su tiempo de uso y no hacer gestos forzados mientras se teclea o se hacen llamadas. Utilizar en la medida de lo posible el sistema manos libres, colocar la pantalla a la altura de los ojos, evitar cruzar las piernas y mantener una correcta postura de la espalda sin tensar el cuello.
  • A la hora de llevar a cabo tareas domésticas tales como planchar, barrer, fregar o limpiar cristales, es importante mantener una correcta postura, con la espalda recta, descargar el peso del cuerpo sobre una pierna de manera alterna, no elevar los brazos por encima de la cabeza de forma continuada, utilizar palos de escoba y fregona de un largo adecuado para no tener que agacharse, llevar un carrito a la compra, etc.
  • En niños, la mochila del colegio o de las actividades extraescolares nunca debe ocupar más espacio del que ocupa su espalda. Es recomendable que las asas sean acolchadas y llevarla a una altura media para evitar lesiones de espalda. Una buena alternativa son las mochilas que van con ruedas.
  • Estirar y calentar la musculatura antes y después de realizar actividades físicas. Acabar de manera progresiva los ejercicios, mantener una buena hidratación para evitar que los músculos estén más expuestos a lesiones. Realizar ejercicio físico regular es fundamental para mantener los músculos y las articulaciones activas y prevenir lesiones en el día a día.
  • Evitar estar de pie o con el cuello girado durante mucho tiempo seguido. Reposar la espalda en el respaldo de la silla o el sofá, evitar asientos demasiado bajos.
  • Mantener una postura cómoda para dormir que facilite el descanso. Lo más aconsejable es dormir de lado o boca arriba, evitando la postura boca abajo.
  • Para ver la televisión o leer es preferible el sofá a la cama, ya que se pueden apoyar los pies en el suelo y la espalda contra el respaldo.

Como tratamiento no farmacológico, para aquellas lesiones musculares de corta duración, en general se recomienda hacer reposo, aplicar frío y compresión y mantener elevada el área afectada. Sin embargo, cuando el dolor es crónico el tratamiento se complica y en muchas ocasiones puede ser necesaria la cirugía, o incluso el uso de técnicas y terapias específicas para cada tipo de lesión. Para la fibromialgia actualmente solo existe tratamiento sintomático enfocado a disminuir el dolor y la fatiga, mejorar el sueño y la calidad de vida de los pacientes, etc.

En cuanto al tratamiento farmacológico, para las lesiones musculares en general se recomienda el uso de antiinflamatorios no esteroideos durante 2-3 días al inicio del dolor, ya sea por vía oral, tópica o inyectada. Para la fibromialgia se utiliza un abanico muy amplio de medicamentos, entre los que se encuentran algunos antidepresivos que reducen el dolor y mejoran los problemas de sueño, los relajantes musculares, el paracetamol y otros analgésicos, antiinflamatorios, entre otros.

Por otro lado, el dolor en las articulaciones es aquel que afecta alguna de las articulaciones o alrededor de éstas. Este tipo de dolor puede generar una limitación en movimientos determinados de esa articulación en concreto hasta acabar derivando en una incapacidad. Cuando este tipo de dolor no va acompañado de inflamación también se le llama artralgia, y en caso de que sí aparezca inflamación se le llama artritis.

Según las propiedades que tenga el dolor articular, se puede clasificar en 3 tipos:

  • Inflamatorio o artritis: empeora con el reposo y mejora con el movimiento.
  • Mecánico o artrosis: empeora con el movimiento y mejora con el reposo.
  • Neuropático: normalmente va acompañado de hormigueo, entumecimiento y otros síntomas relacionados con los nervios.

El dolor en las articulaciones puede ser síntoma de múltiples enfermedades, algunos ejemplos son: enfermedades autoinmunes (lupus, artritis reumatoide), infecciones, problemas metabólicos (gota), problemas musculoesqueléticos (bursitis, tendinitis, lesiones o fracturas), patologías degenerativas (osteoartritis o artrosis) y enfermedades de tipo neoplásico.

Las principales enfermedades que transcurren con dolor en las articulaciones:

  • Artritis reumática: es una enfermedad autoinmune crónica de causa desconocida. Produce inflamación y dolor en las articulaciones y alrededor de ellas, además de rigidez matutina y limitación de la movilidad en las articulaciones, normalmente de manera bilateral.
  • Gota: produce un dolor muy fuerte y repentino en una articulación, limitando considerablemente su movilidad. Suele afectar con más frecuencia al dedo gordo del pie. Es causada por un problema en el metabolismo del ácido úrico, ralentizando su eliminación y provocando depósitos de urato monosódico en las articulaciones. En caso de padecer episodios de gota muy recurrentes se pueden llegar a formar bultos en los puntos del cuerpo afectados, y si afecta a los riñones formando piedras, puede derivar en una enfermedad renal crónica.
  • Pseudogota o condrocalcinosis: es un tipo de artritis causada por la acumulación de cristales de pirofosfato cálcico en cartílagos de articulaciones grandes como la rodilla, los hombros, la cadera, etc. El cartílago puede llegar a deteriorarse hasta tal punto que acabe produciendo una artrosis. Se desconoce el mecanismo por el cual se forman estos cristales ya que se han observado en personas con niveles de calcio y ácido úrico en sangre normales. Cuando se produce un ataque agudo, la sintomatología es muy parecida a la de la gota, de ahí su nombre. Se requieren pruebas diagnósticas donde se analiza el contenido del líquido sinovial para poder diferenciarlas.
  • Osteoartrosis: es una enfermedad degenerativa que afecta a las articulaciones produciendo un desgaste del cartílago, pudiendo llegar incluso a desaparecer. Es más habitual en personas mayores pero puede aparecer también en jóvenes. Algunos de los síntomas son rigidez y dolor que se agrava con el movimiento, aunque en fases avanzadas puede aparecer dolor incluso en reposo.
  • Polimialgia reumática: es un tipo de artritis que sufren personas de edad avanzada. Produce dolor nocturno en la parte baja de la espalda, cuello, hombros y brazos, y rigidez al levantarse de la cama. Algunas veces también fiebre, cansancio y/o pérdida de peso. En ocasiones se confunde con la artritis reumatoide.

Para realizar el diagnóstico de las enfermedades que cursan con dolor articular, el médico deberá conocer cuántas articulaciones están afectadas, si existe rigidez o limitación de la movilidad, la presencia o no de nódulos debajo de la piel y qué tipo de dolor es. También puede ser necesaria la realización de pruebas de laboratorio como la extracción del líquido sinovial y la determinación de determinados parámetros en sangre como la proteína C reactiva, la presencia de autoanticuerpos, etc.

En cuanto al tratamiento no farmacológico, no se contempla en la artritis reumatoide ya que el tratamiento farmacológico es el que ha demostrado mejorar la calidad de vida de los pacientes. En cambio, para la gota es útil disminuir el ácido úrico en sangre para prevenir los ataques. En muchos casos de acumulaciones de líquido sinovial es de gran alivio la extracción de este, ya que disminuye la sensación de dolor y se mejora la movilidad de la articulación.

En según que situaciones será aconsejable seguir un proceso de rehabilitación y ejercicios supervisados por un profesional médico, así como el reposo necesario durante el día y la noche. También se puede recomendar el uso de férulas que impidan forzar las articulaciones y permitan aliviarlas, tratamientos como el láser de baja potencia o la termoterapia combinada con ejercicios, etc.

Para la artritis reumatoide se utilizan medicamentos que evitan la inflamación. En cambio, el objetivo del tratamiento de la gota es la eliminación de la enfermedad, ya que siguiendo unas pautas para disminuir el ácido úrico se puede conseguir la eliminación de los cristales que se acumulan. Cuando se producen los ataques agudos de gota se emplean diferentes medicamentos enfocados a reducir la inflamación y el ácido úrico.

En el caso de la pseudogota la eliminación de los depósitos de calcio es imposible, aún así se utilizan varios medicamentos antiinflamatorios. Para la osteoartrosis, el tratamiento está centrado en mejorar síntomas y función articular. Finalmente, en la polimialgia reumática se utilizan corticoides mayoritariamente.

Des de la farmacia recomendamos que los pacientes acudan directamente al médico en caso de que cumplan uno de los siguientes criterios:

  • Fiebre sin causa aparente.
  • Pérdida de peso repentina.
  • Dolor durante más de 3 días.
  • Aparición repentina del dolor.
  • Inflamación y/o entumecimiento de alguna articulación.

Existen muchas medidas higiénico-dietéticas que son de gran utilidad a la hora de prevenir la aparición de dolores articulares:

  • Mantener una buena higiene postural tanto en el trabajo como en las actividades que se realicen durante el día, enfocadas a no sobrecargar las articulaciones en exceso.
  • Utilizar plantillas específicas que amortiguan la pisada e incluso pueden corregir ciertas desviaciones. Además de férulas que protegen las articulaciones afectadas.
  • Realizar ejercicio suave de tipo aeróbico como nadar o caminar, excepto cuando haya episodios agudos que limiten la movilidad.
  • Seguir una pauta de ejercicios elaborada por un profesional médico.
  • Controlar el exceso de peso, ya que se pueden sobrecargar las articulaciones.
  • Llevar a cabo medidas higiénico-dietéticas específicas en caso de sufrir recurrentes ataques agudos de gota: beber abundante agua, evitar ayunos prolongados, el alcohol y el tabaco, consumir más ácidos omega-3, etc.
  • La vitamina C protege el cartílago por su capacidad antioxidante. Los ácidos grasos omega-3 son antiinflamatorios.

Finalmente, la tendinitis es la inflamación de uno o más tendones, estructuras que unen el músculo al hueso. Es habitual que se produzca en los hombros, los codos, las muñecas, las rodillas y los talones. La mayoría de los casos de tendinitis se solucionan con reposo, fisioterapia y medicamentos analgésicos y antiinflamatorios, excepto cuando hay una rotura de algún tendón que requiera cirugía.

Los síntomas de una tendinitis son dolor, sensibilidad e hinchazón leve. Aunque puede ser causada por lesiones espontáneas, lo normal es que lo provoque la repetición de un movimiento en concreto. Por eso, las personas que por su trabajo o deporte tienen que realizar movimientos repetitivos suelen sufrir más este tipo de dolor, ya que se tensionan más los tendones. También es más común en personas de edad avanzada por la menor flexibilidad de sus tendones.

Existen consejos y medidas higiénico-dietéticas que son importantes para prevenir la aparición de dolores tendinosos:

  • Evitar la práctica de actividades que requieran un esfuerzo excesivo en los tendones.
  • Realizar ejercicios con una técnica deficiente puede favorecer la aparición de tendinitis.
  • Estirar después de hacer ejercicio físico para poder aumentar la amplitud de movimiento de las articulaciones y hacer que los tendones ganen flexibilidad.
  • Mantener una postura adecuada en el trabajo.
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